El fin de semana pasado acudí a una de las múltiples presentaciones que hizo la Escuela Nacional de Danza Folclórica (ENDF) con motivo del fin de año y tengo que decir que me lleve una muy grata sorpresa.
En realidad las sorpresas fueron muchas pues todo empezó desde que una gran amiga de la preparatoria a la que hace mucho no veía, me marco para 1) Saludarme, 2) Decirme que le ha ido de maravilla y que estaba bailando en la ENDF y 3) Para invitarme a uno de sus festivales navideños.
Personalmente en un inicio no me interesó mucho ir al festival por el festival, sino que tontamente pensé que iría sólo para encontrarme con Sandy a quien ya se le extrañaba. Como sabía que yo acudiría al festival para ver a mi amiga me pareció adecuado invitar a mis papás a quienes –al menos a mi mamá- los bailes folclóricos les gustan mucho.
Fue así que el domingo temprano salimos de mi casa –su casa- para ir a la presentación, no sin antes pasar a desayunar a lo que dicho sea de paso es un lugar sumamente desaprovechado: “El Casino Militar del Campo Marte”.
Ya muy cerca del teatro pude saludar antes de la presentación a mi querida amiga quien al igual que yo, emocionada, me saludaba y me agradecía la asistencia.
Empezó la función y fue desde ese momento que mi asombro y gusto por los bailes folclóricos dieron a luz. Las dos horas que duro la presentación estuve de lo más contento, los trajes típicos que tanto mujeres como hombres vestían me impresionaron, las danzas y los zapateados me volvían loco, mis palmas no dejaban de encontrarse y mi mirada fija en el escenario no cesó.
Mujeres y hombres sonriendo, dando lo mejor de si, dándole vida a los bailes típicos de nuestro país, se divertían como nadie en el lugar. Niños y niñas salieron al escenario, muchos de ellos seguramente no tenían mucho de haber aprendido a caminar. Tres generaciones se mezclaron en el escenario dándole vida a nuestra cultura, dándole fuerza a nuestras costumbres y reviviendo en todos los presentes ese sentimiento de pertenencia a la que sin duda es una de las culturas más ricas del mundo: la mexicana.
Me sobran palabras para elogiar el trabajo realizado por todos los miembros de la ENDF, tengo que agradecer mucho a Sandy la invitación, pues al igual que mis papás yo salí muy contento y con ganas de regresar a las próximas presentaciones.
Hay mucho que hacer todavía si queremos que nuestras costumbres perduren y que las generaciones futuras las puedan apreciar y disfrutar como lo podemos hacer hoy. No dejemos morir aquello que nos ha dado esencia como nación, luchemos por mantener vivas nuestras costumbres pero sobre todo - creo yo- hay que formar parte de ellas.
Gracias Sandy, gracias ENDF