Quisiera empezar leyendo unas líneas del preámbulo de la Declaración Mundial sobre Educación para Todos de 1990.
Hace más de cuarenta años, las naciones de la tierra afirmaron en la Declaración Universal de Derechos Humanos que “toda persona tiene derecho a la educación”.
Sin embargo, pese a los importantes esfuerzos realizados por los países de todo el mundo para asegurar el derecho a la educación para todos, persisten las siguientes realidades:
· Más de 100 millones de niños y de niñas, de los cuales 60 por lo menos son niñas, no tienen acceso a la enseñanza primaria.
· Más de 960 millones de adultos —dos tercios de ellos mujeres— son analfabetos, y el analfabetismo funcional es un problema importante en todos los países, tanto industrializados como en desarrollo.
· Más de la tercera parte de los adultos del mundo carecen de acceso al conocimiento impreso y a las nuevas capacidades y tecnologías que podrían mejorar la calidad de su vida y ayudarles a dar forma y adaptarse a los cambios sociales y culturales.
· Más de 100 millones de niños e innumerables adultos no consiguen completar el ciclo de educación básica; y hay millones que, aun completándolo, no logran adquirir conocimientos y capacidades esenciales.
Empiezo con estas palabras, porque me parece que el marco que la UNESCO busca demostrar con la realización de la mencionada declaración, nos debe no sólo de llamar la atención, sino que nos obliga a ocuparnos en el tema.
Como país, México no está exento de la crisis educativa, al contrario, me parece que debemos estar preocupados por la “poca importancia” que se le ha dado a la educación como fuente de desarrollo nacional y humano.
En México, la educación dejó de ser un factor de unidad nacional e impulsor del crecimiento económico y la equidad social; el rezago y el desigual acceso a una educación de calidad es uno de los más serios problemas que tiene nuestro país. Asumir los retos y corregir las deficiencias es responsabilidad de todos. Garantizar una formación con gran contenido humanista es una solución para salir de la grave crisis política, económica, social y de valores que vive nuestro país. No tengo duda en que la educación juega un rol fundamental en la configuración de la sociedad, y enfocar esfuerzos en mejorar la calidad de la misma, es una cuestión impostergable.
Quisiera resaltar la función civilizatoria que debe llevar a cabo todo Estado democrático. Respecto a ello, Adela Cortina retoma una reflexión de Thomas Marshall quien afirmaba: “’Siempre que se les de educación, siempre que tengan asistencia sanitaria, siempre que tengan un seguro de desempleo, siempre que tengan atención, evidentemente serán ciudadanos’. Pero si las personas no reciben educación, atención sanitaria, ayuda en tiempo de debilidad, no serán ciudadanos porque carecen de civilización.”[1]
En este sentido, cabe decir que el derecho a la educación, su protección y garantía también civiliza, de forma que entender la educación como un derecho le otorga un estatuto que reclama progresar hacia su exigibilidad jurídica para todos los habitantes de este país.
Ya lo establecía la UNESCO en 1996, la garantía de un aprendizaje vinculado a la formación de la identidad de las personas y de su capacidad para convivir, hacer, emprender y aprender de modo continuo, debe ser el pilar fundamental de una concepción integral de la educación para el siglo XXI .
La educación cumple un papel clave en la distribución de las oportunidades de bienestar, en particular en sociedades como la nuestra, caracterizada por grandes desigualdades sociales.
Ahora bien, hay que decirlo, son muchas las voces que se expresan en relación a la falta de educación y la grave crisis educativa en nuestro país, sin embargo, no son tantas las que pueden dar respuestas claras y soluciones concretas para enfrentar todas las aristas que obliga observar el problema educativo en México.
Lo que sí es claro, me parece para muchos de nosotros, es que frente a la crisis educativa, existe una herramienta primordial que se debe de explorar y explotar por todos los mexicanos.
Me refiero a la lectura.
La lectura constituye un vehículo para el aprendizaje, para el desarrollo de la inteligencia, para la adquisición de cultura y para la educación de la voluntad. No tengo duda que la lectura no solo proporciona información, sino que forma a la persona, creando hábitos de reflexión, análisis y esfuerzo; la lectura recrea, hace gozar, entretiene y distrae.
Se ha comprobado que la lectura es un elemento clave para el desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje, ya que mejora la expresión oral y escrita y hace el lenguaje más fluido. El hábito de la lectura aumenta el vocabulario y mejora la ortografía. Da facilidad para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de pensar.
Es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual ya que activa las funciones mentales, agiliza el pensamiento, estimula y satisface la curiosidad intelectual, despierta aficiones e intereses. La lectura desarrolla la capacidad de juicio, de análisis, de espíritu crítico.
Hoy día existen nuevas posibilidades que son fruto de la convergencia entre el incremento de la información y la capacidad sin precedentes de comunicación. Esas posibilidades debemos aprovecharlas con espíritu creador y con la determinación de acrecentar su eficacia. Debemos aprovechar todos esos avances tecnológicos y de comunicación para facilitar todo tipo de textos que permitan el desarrollo de las personas.
La virtud de la lectura, es que el universo de los textos que se pueden leer es infinito, con esto me quiero referir a que de tener acceso no habría pretexto para no leer, pues siempre hay algún texto, un ensayo, un artículo para todos los gustos, para todas las personas.
Una sociedad que lee, se transforma no solo en lo individual, sino que logra alcanzar niveles de desarrollo social impredecibles.
Al mencionar esto, me viene de inmediato a la mente el maravilloso trabajo que Antón Semiónovich Makárenko, escritor y pedagogo ucraniano, realizó a lo largo de su vida pero en particular su “Poema pedagógico” obra en donde cristaliza una experiencia de vida que le permitió dar cuenta de la importancia que tiene la lectura en el desarrollo y actuación de toda persona que vive en sociedad.
Los habitantes de la Colonia Gorki, que Makarenko relata en su Poema pedagógico, son ejemplo claro de que no hay ni rebelde, ni pobre, ni ignorante, que se resista a las maravillas que la lectura logra en la transformación y desarrollo de las personas, tanto en lo individual como en lo colectivo. Basta con generar el hábito de la lectura para motivar el placer y el gusto por la misma.
Hay un libro para todas las personas, la lectura favorece el desarrollo de las virtudes morales siempre que los libros se seleccionen adecuadamente. Las lecturas proponen modelos para admirar e imitar; y, mientras los modelos vivientes pasan, los protagonistas de los libros permanecen.
He de decir que después de escuchar el discurso de Mario Vargas Llosa al recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010, escucharlo relatar su infancia llena de personajes que encontraba en sus primeras lecturas, su vida influenciada por múltiples autores y pensadores que conoció a través de los libros y escucharlo insistir en la importancia de la literatura en la vida democrática de un país, no puedo mas que confirmar lo dicho Fernando Solana:
“No basta con que los especialistas lleguen a un consenso acerca del qué y el cómo de la educación nacional si ésta no se asume como un objetivo común en el que todos participemos activamente.”
Sin embargo, pese a los importantes esfuerzos realizados por los países de todo el mundo para asegurar el derecho a la educación para todos, persisten las siguientes realidades:
· Más de 100 millones de niños y de niñas, de los cuales 60 por lo menos son niñas, no tienen acceso a la enseñanza primaria.
· Más de 960 millones de adultos —dos tercios de ellos mujeres— son analfabetos, y el analfabetismo funcional es un problema importante en todos los países, tanto industrializados como en desarrollo.
· Más de la tercera parte de los adultos del mundo carecen de acceso al conocimiento impreso y a las nuevas capacidades y tecnologías que podrían mejorar la calidad de su vida y ayudarles a dar forma y adaptarse a los cambios sociales y culturales.
· Más de 100 millones de niños e innumerables adultos no consiguen completar el ciclo de educación básica; y hay millones que, aun completándolo, no logran adquirir conocimientos y capacidades esenciales.
Empiezo con estas palabras, porque me parece que el marco que la UNESCO busca demostrar con la realización de la mencionada declaración, nos debe no sólo de llamar la atención, sino que nos obliga a ocuparnos en el tema.
Como país, México no está exento de la crisis educativa, al contrario, me parece que debemos estar preocupados por la “poca importancia” que se le ha dado a la educación como fuente de desarrollo nacional y humano.
En México, la educación dejó de ser un factor de unidad nacional e impulsor del crecimiento económico y la equidad social; el rezago y el desigual acceso a una educación de calidad es uno de los más serios problemas que tiene nuestro país. Asumir los retos y corregir las deficiencias es responsabilidad de todos. Garantizar una formación con gran contenido humanista es una solución para salir de la grave crisis política, económica, social y de valores que vive nuestro país. No tengo duda en que la educación juega un rol fundamental en la configuración de la sociedad, y enfocar esfuerzos en mejorar la calidad de la misma, es una cuestión impostergable.
Quisiera resaltar la función civilizatoria que debe llevar a cabo todo Estado democrático. Respecto a ello, Adela Cortina retoma una reflexión de Thomas Marshall quien afirmaba: “’Siempre que se les de educación, siempre que tengan asistencia sanitaria, siempre que tengan un seguro de desempleo, siempre que tengan atención, evidentemente serán ciudadanos’. Pero si las personas no reciben educación, atención sanitaria, ayuda en tiempo de debilidad, no serán ciudadanos porque carecen de civilización.”[1]
En este sentido, cabe decir que el derecho a la educación, su protección y garantía también civiliza, de forma que entender la educación como un derecho le otorga un estatuto que reclama progresar hacia su exigibilidad jurídica para todos los habitantes de este país.
Ya lo establecía la UNESCO en 1996, la garantía de un aprendizaje vinculado a la formación de la identidad de las personas y de su capacidad para convivir, hacer, emprender y aprender de modo continuo, debe ser el pilar fundamental de una concepción integral de la educación para el siglo XXI .
La educación cumple un papel clave en la distribución de las oportunidades de bienestar, en particular en sociedades como la nuestra, caracterizada por grandes desigualdades sociales.
Ahora bien, hay que decirlo, son muchas las voces que se expresan en relación a la falta de educación y la grave crisis educativa en nuestro país, sin embargo, no son tantas las que pueden dar respuestas claras y soluciones concretas para enfrentar todas las aristas que obliga observar el problema educativo en México.
Lo que sí es claro, me parece para muchos de nosotros, es que frente a la crisis educativa, existe una herramienta primordial que se debe de explorar y explotar por todos los mexicanos.
Me refiero a la lectura.
La lectura constituye un vehículo para el aprendizaje, para el desarrollo de la inteligencia, para la adquisición de cultura y para la educación de la voluntad. No tengo duda que la lectura no solo proporciona información, sino que forma a la persona, creando hábitos de reflexión, análisis y esfuerzo; la lectura recrea, hace gozar, entretiene y distrae.
Se ha comprobado que la lectura es un elemento clave para el desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje, ya que mejora la expresión oral y escrita y hace el lenguaje más fluido. El hábito de la lectura aumenta el vocabulario y mejora la ortografía. Da facilidad para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de pensar.
Es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual ya que activa las funciones mentales, agiliza el pensamiento, estimula y satisface la curiosidad intelectual, despierta aficiones e intereses. La lectura desarrolla la capacidad de juicio, de análisis, de espíritu crítico.
Hoy día existen nuevas posibilidades que son fruto de la convergencia entre el incremento de la información y la capacidad sin precedentes de comunicación. Esas posibilidades debemos aprovecharlas con espíritu creador y con la determinación de acrecentar su eficacia. Debemos aprovechar todos esos avances tecnológicos y de comunicación para facilitar todo tipo de textos que permitan el desarrollo de las personas.
La virtud de la lectura, es que el universo de los textos que se pueden leer es infinito, con esto me quiero referir a que de tener acceso no habría pretexto para no leer, pues siempre hay algún texto, un ensayo, un artículo para todos los gustos, para todas las personas.
Una sociedad que lee, se transforma no solo en lo individual, sino que logra alcanzar niveles de desarrollo social impredecibles.
Al mencionar esto, me viene de inmediato a la mente el maravilloso trabajo que Antón Semiónovich Makárenko, escritor y pedagogo ucraniano, realizó a lo largo de su vida pero en particular su “Poema pedagógico” obra en donde cristaliza una experiencia de vida que le permitió dar cuenta de la importancia que tiene la lectura en el desarrollo y actuación de toda persona que vive en sociedad.
Los habitantes de la Colonia Gorki, que Makarenko relata en su Poema pedagógico, son ejemplo claro de que no hay ni rebelde, ni pobre, ni ignorante, que se resista a las maravillas que la lectura logra en la transformación y desarrollo de las personas, tanto en lo individual como en lo colectivo. Basta con generar el hábito de la lectura para motivar el placer y el gusto por la misma.
Hay un libro para todas las personas, la lectura favorece el desarrollo de las virtudes morales siempre que los libros se seleccionen adecuadamente. Las lecturas proponen modelos para admirar e imitar; y, mientras los modelos vivientes pasan, los protagonistas de los libros permanecen.
He de decir que después de escuchar el discurso de Mario Vargas Llosa al recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010, escucharlo relatar su infancia llena de personajes que encontraba en sus primeras lecturas, su vida influenciada por múltiples autores y pensadores que conoció a través de los libros y escucharlo insistir en la importancia de la literatura en la vida democrática de un país, no puedo mas que confirmar lo dicho Fernando Solana:
“No basta con que los especialistas lleguen a un consenso acerca del qué y el cómo de la educación nacional si ésta no se asume como un objetivo común en el que todos participemos activamente.”
[1] Adela Cortina, Justicia cordial; Ed. Trotta; Madrid, 2010; p. 65
No hay comentarios:
Publicar un comentario